Parece que lo de inyectarse esa mezcla de aceite y alcohol (Synthol) para rellenar los músculos tiene más seguidores de lo normal en Brasil. Romario Dos Santos es otro caso de adicción a meterse mierda en el cuerpo. Los doctores le advirtieron que corría el riesgo de que tuvieran que amputarle un brazo, pero finalmente no hubo que operar. A pesar de todo, él sigue deformándose a base de pinchazos y lo que es peor… le gusta lo que ve en el espejo. La digievolución en sólo tres años, antes y después:
Ya vimos hace tiempo otro caso con la versión ‘The mountain’ brasileña. Otro adicto al Synthol que no para de meterse mientras su cuerpo aguante.
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